La crianza de los hijos
El diccionario de la Real Academia Española define, como una de sus acepciones, a la palabra crianza de la siguiente forma: “Instruir, educar y dirigir”. Con esos tres verbos ya es posible notar que la crianza es una tarea de mucha responsabilidad, ya que está en juego el bienestar de un ser humano. Este ser llega al mundo, esperando ser recibido con amor y con el deseo de que la instrucción, la educación y la dirección ofrecidas por sus padres o cuidadores sean asertivas, con disposición y constancia. No se trata únicamente de hacerse cargo de la crianza durante la infancia; este es un proceso que inicia en el momento mismo en que un ser humano nace y dura hasta que sea independiente.
Quienes están a cargo de esta tarea no cuentan con instrucción alguna: la crianza se construye desde lo empírico, con el apoyo de la tribu y otras redes de apoyo se logra realizar este trabajo. En muchas ocasiones, es un proceso que se torna tenso, agotador, desgastante y lleno de frustraciones al ver que no se logra el objetivo de ser “buenos padres o cuidadores”. Pensar en esto es un error grande, ya que la propuesta de la crianza no es “ser los mejores”, sino pensar en la manera de vincularse como padres e hijos, sin esa expectativa que raye con la inexistente perfección, con lo que dicta la sociedad, la familia extensa o los padres que se autonombran como “excelentes” en su rol.
Criar a los hijos debería ser una decisión, no una obligación. Una decisión basada en el amor, el respeto, la aceptación, la tolerancia y la comunicación asertiva, una relación donde se permiten las equivocaciones, las emociones mal gestionadas por momentos y donde prima la humanidad antes que la perfección. No existe un manual específico que diga cómo hacer esta labor, se trata de disponer un tiempo de calidad para construir en familia la mejor manera de hacerlo.
Referencias:
https://es.coparentalys.com/blog_es/2020/06/11/tendencias-para-la-crianza-de-los-hijos-en-el-2020/
https://dle.rae.es/criar