La resiliencia
Resiliencia* viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar».
La palabra resiliencia, en cuanto a la física y la química, designa la capacidad de cualquier material para recuperar su forma inicial después de que se ejerce una fuerza que lo deforma. La psicología ha adoptado este término por el maravilloso significado que tiene y la forma en la que se asemeja a las habilidades de algunas personas para resurgir de situaciones traumáticas, adversas o estresantes.
La resiliencia es una cualidad con la que las personas nacen. Es una fortaleza semejante a la de nuestra estructura física: hay personas que nacen con una contextura más fuerte y resistente que otras, lo que depende a de una carga genética y de la alimentación que la madre haya tenido en su período de gestación. Sin embargo, lo anterior no quiere decir que la resiliencia sea una habilidad que no se pueda trabajar y/o fortalecer a lo largo de la vida.
Para fortalecer su físico, sacar musculatura o moldear la forma de su cuerpo, las personas van al gimnasio. Lo que no se logra por una condición biológica, se alcanza con la disciplina y constancia. Esto mismo sucede con la resiliencia: podemos ayudar a que se forme en los más pequeños y en los mayores. Es posible trabajarla para ir fortalecer ese aspecto que todos tenemos en mayor o menor medida.
¿De qué manera se fortalece la resiliencia?
- Creando relaciones de mutuo apoyo y reconocimiento, redes de apoyo.
- Reconociendo la importancia de hablar de lo que se siente y piensa.
- Trabajando en el orden y la disciplina desde los diferentes aspectos de la vida personal: trabajo, descanso, diversión, relaciones afectivas, etc.
- Esforzándose por el propio crecimiento personal, asumiendo retos, estudiando, formándose.
- Planteando metas y objetivos claros. Saber cada día qué se está haciendo para conseguirlos.
- Identificar fortalezas y debilidades para trabajar en aquellos aspectos que están más descuidados en el ser.
- No temer reconocer que uno no es perfecto y que, como todos, se cometen errores y se poseen fragilidades.
- No buscar siempre la comodidad y placidez, esforzarse por otras personas, ser capaz de afrontar las dificultades como parte de los procesos.
- Reconocer que los logros que más se disfrutan son los que traen mayores retos y dificultades.
- No temer a los momentos difíciles de la vida. Aprender a disfrutar de los buenos momentos y a tomar fuerzas para los días más grises.
- Recordar que otros aprenden de ti, que marcas el camino para tus hijos, amigos, compañeros, conocidos.
- No hay nada que inspire más que un testimonio de superación personal.