Tomar decisiones de manera oportuna

El tema que consideramos en esta ocasión es el aborto y sus consecuencias en la vida de una mujer y en la de su familia. Tomar una decisión de este tipo no suele ser nada sencillo y la cantidad de emoción, confusión, culpa, conflicto interno y externo que implica debe llevarnos a prevenir encontrarnos en esta encrucijada, debiendo asumir una serie de consecuencias para las que tal vez no estábamos preparados.
¿De quién es la decisión de realizarse un aborto? Pensaríamos que es la decisión de la mujer, pero, en realidad, desde la experiencia encontramos que esa opción la toman muchas mujeres por presiones realizadas por su pareja o familia, así como por los miedos frente a un futuro incierto, a las propias capacidades para desempeñar un rol de madre a la vez que se desarrolla un proyecto de vida y, en medio de esos temores, la falta de apoyo o corresponsabilidad de la pareja o grupo de apoyo.
De la misma manera, a la hora de abortar se dejan ver las consecuencias típicas de un evento de estrés postraumático. Estas aparecen en la mujer que se realiza el procedimiento, que –en cualquiera de los casos– es invasivo y deja recuerdos sensoriales y emocionales difíciles de procesar y olvidar, al igual ocurre con la culpa que surge de manera inmediata o tardía. Aquí la pareja tiene bastante que ver y sentir, debido a que surgen sentimientos de responsabilidad con la vida que ha sido interrumpida, de ese que era ya su hijo en gestación, las dificultades en la relación de pareja donde parece que la responsabilidad brilla por su ausencia. ¿Acaso puede concebirse el amor sin el elemento de la responsabilidad?
También habría que preguntarse realmente cuál es la responsabilidad al vivir relaciones íntimas o de pareja, pretendiendo una libertad que se traduce en falta de cuidados, primero que todo, consigo mismo, dados los riesgos para la propia estabilidad física y emocional.
Alrededor, las personas de la familia que colaboran con el hecho, ya sea económicamente o con una mala orientación en un momento de confusión, que generan una presión sobre la mujer para que se “deshaga” de lo que en ese momento se ve como un problema, también se implican en las consecuencias y malestares respecto del aborto, ya que cuando cuentan con el suficiente tiempo para reflexionar sobre la decisión tomada, no es invisible la responsabilidad frente a una vida que ha sido interrumpida.
Las consecuencias que vemos en lo que llamamos el Síndrome posaborto son:
- Pensamientos recurrentes acerca del procedimiento.
- Pesadillas en las que puede aparecer el imaginario de ese hijo al que se abortó.
- Pensamientos constantes acerca de la edad que podría tener ese hijo en caso de que no hubiese sido abortado.
- Sensación de maternidad frustrada.
- Culpa recurrente.
- Depresión.
Lo anterior no contempla las consecuencias a nivel físico para la mujer, entre las cuales pueden encontrarse: la perforación del útero, hemorragias, debilidad o complicaciones ginecológicas.
Por lo anterior, es importante que antes de vernos expuestos a encrucijadas tan fuertes donde cualquier camino que tomemos repercutirá en el resto de nuestras vidas, podamos protegernos tomando las mejores decisiones y siendo conscientes de cuál es el mejor momento de la vida para abrirnos a la experiencia del encuentro sexual. También debemos elegir muy bien a quién le entregamos, en ese mismo acto, nuestra salud física, emocional y espiritual.